En la actualidad y ante la crisis ambiental que la humanidad experimenta, es indispensable que los nuevos modelos educativos consideren de manera central el aspecto ambiental. El propósito del saber ambiental es crear una visión alternativa de los sistemas productivos y de comercialización hegemónicos a nivel global.
Los saberes ambientales están enfocados en una nueva racionalidad teórica, social y productiva para frenar el proceso de destrucción y simplificación de los ecosistemas y agro-ecosistemas, y también restablecer las cosmovisiones holísticas mediante la inter-disciplinariedad, los valores y saberes locales (Leff, 2008).
Además, los nuevos modelos educativos deben rescatar los conocimientos tradicionales de los pueblos originarios, los cuales ubican al ser humano en equilibrio con la naturaleza, el universo y lo espiritual.
Hoy en día es necesario superar la visión que emana de la ciencia occidental y las leyes del mercado, las cuales están fundadas en el principio de dominio de la naturaleza, movilizadas por un afán de objetividad y orientadas a una finalidad de eficiencia económica, olvidando el ser de las cosas y la naturaleza, y los valores subjetivos de los procesos que les dan su sentido de existencia.
La conciencia ambiental no es sólo aprender los conceptos referentes al impacto ambiental que tienen las actividades humanas sobre los ecosistemas, se trata de usar estos conocimientos para comprender la situación en la que nos encontramos, determinar cómo llegamos a cierta circunstancia e idear alternativas para cambiar los modelos que han fracasado y por tanto deteriorado el medio ambiente. Tener conciencia ambiental es llegar a ser un agente de cambio y ser críticos ante el poder y la economía hegemónica.
La conciencia ambiental también se reconstruye a través del diálogo de saberes (Leff, 2008), de la intelectualidad, es decir, ver a la humanidad hacia un futuro de sustantividad en co-evolución cultural con la naturaleza y una economía global que verdaderamente articule las diversas economías locales.
El futuro de los países en desarrollo no está en el capital y la tecnología únicamente, sino en el derecho de pensar creativamente y el respeto de los propios valores, mediante la construcción de una ética del respeto al otro y del medio ambiente.
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